viernes, 24 de mayo de 2019

Creo que hoy me he hecho mayor

Uno puede estar convencido, incluso acercándose a los setenta, de que el reloj del tiempo nos engaña, que no habiendo demasiadas limitaciones uno no es mayor mientras disponga de un espíritu joven y que lo que te mantiene vivo son las ganas de vivir. No eres viejo mientras te sorprendas. No eres viejo mientras te despierte la curiosidad. Eso es realmente lo que importa y no las velas que se tengan que soplar en el próximo aniversario ni los años que registre tu carnet. La edad es una anécdota. En el fondo, y a pesar de la tozudez del calendario, tú sigues siendo adolescente porque sigues disfrutando de las cosas como si las descubrieras por primera vez.
Esa es la clave. Es verdad. No puedes ser mayor cuando te emociona la luna o un atardecer, cuando te sigues enamorando párvulamente de una mirada cómplice, cuando no quieres que se advierta esa sonrisa traviesa que aflora a tu rostro si de repente te sorprende la lluvia en  la calle, o cuando notas el escalofrío que te recorre la espalda tras el contacto cálido con una mano amiga.
Pero todo eso se aparta, se encoge, se pierde si un día tal como hoy se te pasa por la cabeza que el infinito tiene fecha de caducidad, que sin hacer grandes cosas ya no tienes suficiente tiempo libre para hacer todo lo que quieres. Hoy me he dado cuenta de que se me ha pasado el tiempo en el que el tiempo no contaba. Hoy creo que me he hecho mayor.

Ciudades deshumanizadas

Regresamos a Madrid. La vuelta a la gran ciudad después de unos días de disfrute de la naturaleza en Galicia resulta cada vez más triste. La...