lunes, 27 de abril de 2020

Te quiero Andrés por el interés

Es un final triste para una historia bonita. Da pena comprobar que el amor que irradiaba una buena relación se sustentaba en el interés de una de las partes por conseguir algo de la otra. Desgraciadamente no hemos tardado en comprobar que en el amor que se ha pretendido rodease toda esta historia del coronavirus ha habido bastante de eso. "Este virus los paramos unidos". "El aplauso de toda España a nuestros sanitarios". "El comportamiento ejemplar de los españoles". Todo muy bonito pero todo mentira. Somos muy hipócritas. Mucho interés y poco amor. Por parte del Gobierno, el diario e infinito agradecimiento televisivo al personal sanitario que se ha estado jugando (¡y perdiendo!) la vida de forma heroica, se ha materializado en una carta de felicitación por el trabajo realizado. Por parte de los ciudadanos, el incondicional aplauso solidario desde los balcones se convierte fácilmente en hostilidad, insultos y rechazo desde la distancia corta ante el miedo a ser contagiados cuando en el bloque se enteran de que el vecino del quinto trabaja en un hospital. Y de comportamiento poco ejemplar, cuando no xenófobo, hay que catalogar el de aquellos pueblos que no hace muchos días rechazaban, incluso con agresiones y violencia, la llegada de otras personas al lugar y ahora, con la desescalada en la puerta, corren suplicando que se les declare libres de virus para facilitar el acceso de gente de fuera que les ayude a recuperarse del descalabro económico sufrido a causa de la pandemia. ¡Seamos serios! No vale seleccionar las maduras, hay que comer también las duras. Para rematar, recordar que estamos continuamente echando pestes contra la llegada de emigrantes porque no queremos que nos quiten el trabajo y ahora los llamamos a gritos para que desembarquen a toda prisa porque se va a perder buena parte de las cosechas si no hay quien recoja la fruta. ¡Qué triste y qué cierto es que te quiero Andrés, pero sólo por el interés! 

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