Viernes, 1 de marzo de 2013. Nadie sabe definir
lo que es un amigo pero posiblemente tenga mucho que ver con esa persona que en
algún momento de la vida ha conseguido rescatarte de las garras de la soledad. Quizás un consejo atinado, o una fortaleza especial o una sensibilidad extraordinaria
por parte de esa persona cercana, te hayan permitido escabullirte de la asfixia
puntual que te atenazaba.
Carmen Elías se acaba de ir. Era una compañera de naturaleza generosa y
optimista como pocas, una compañera siempre dispuesta a apreciar el lado bueno de las cosas sin necesidad de abandonar la
objetividad de su juicio. Pero Carmen era, sobre todas las cosas, una amiga y
una persona fiel, una persona terriblemente fiel a su familia, a su entorno y a
ella misma.
Cuando se pierde a
una amiga de verdad, a una amiga como Carmen lo era, es
imposible no tener miedo, es imposible no sentirse desamparado, no inundarse de
sombras, no querer escapar del pánico que nos invade al tener que mirar de frente
al infinito, no sentirse tambalear al borde del precipicio.
Aquí así nos quedamos
a tu pesar, Carmen.
Ahora que temprano levantó la muerte el vuelo, ahora que a
traición un empujón brutal te ha derribado, ahora, todavía te echamos más de
menos.
Gracias, Carmen,
por estar siempre cerca y siempre atenta. Descansa en paz. Te lo mereces como
nadie. Y quédate tranquila porque a nosotros tu recuerdo nos seguirá alentando. Por suerte. Por siempre.
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