miércoles, 20 de septiembre de 2023

El cáncer, la temperatura y el dios del sol.

    No sé si hay que atribuírselo sin más al paso inexorable de las hojas del calendario por nuestra vida o realmente hay otros argumentos que lo justifiquen. En mi caso, quizás tenga parte de culpa la visita reciente que me ha realizado un vecino impertinente llamado cáncer. No lo sé. Lo cierto es que, además de otras muchas pequeñas variaciones corporales y funcionales, algo que ahora percibo claramente es mi mayor sensibilidad a todo lo relacionado con el tiempo atmosférico, con la temperatura exterior, con la climatología y fundamentalmente con el frío. Es como si a mi cuerpo se le hubiera estropeado el termostato y no consiguiese regular, filtrar o protegerse de los vaivenes del termómetro. Ahora la temperatura de mi cuerpo es más baja. 

    Me han comentado los médicos que estas leves hipotermias, entre 32 y 35°C, (que suelen  acompañarse de temblores) pueden tener relación directa con la administración de los fármacos que envenenan el cuerpo durante la quimioterapia, pero también se sabe que al ir haciéndonos mayores las cantidades de vitamina D que precisa el cuerpo ya no tenemos la misma facilidad para conseguirlas y hace que vayamos a buscarlas directamente al origen, a la fábrica, al sol. Sin saberlo, esa búsqueda intuitiva de sol nos proporciona bienestar y nos ayuda a mantener un sistema inmune fuerte contra cualquier organismo invasor.

    Ya hace 5000 años los egipcios no tenían más que palabras de agradecimiento y  adoraban a Ra, el dios del Sol, al que consideraban el creador de la vida. Por algo era. ¡¡¡Sabios egipcios!!!

lunes, 18 de septiembre de 2023

Dentro de cien años todos calvos

    Por alguna razón siempre he pensado que la imagen de una persona la conformaba fundamentalmente su alma, su esencia, la forma de afrontar la vida, la ideología, el pensamiento, el lenguaje, la educación, el respeto y las relaciones con el entorno, pero está claro —y ahora lo compruebo— que el aspecto, la vestimenta o el corte de pelo también forman parte de la identidad de los individuos. 

    Sí, claro, dentro de cien años todos calvos. No hay problema, se asume. Lo peor es cuando se concreta y se personaliza el dicho, lo peor es cuando no son cien años sino unas semanas y sobre todo cuando los calvos no son todos sino tú.

    Con la quimioterapia este distanciamiento de la propia imagen dura aproximadamente lo mismo que el tratamiento, pero el cambio es veloz y aunque la persona sabe lo que va a ocurrir, la extrema rapidez así como la manera en que ocurre la pérdida de cabello y vello corporal puede ser traumática.

    Yo me miro al espejo y veo que he perdido mucho pelo, se me cae a puñados, de la cabeza, de las cejas, del bigote y de la barba. No es que me preocupe ni que me haya sentido especialmente orgulloso a lo largo de la vida de mi aspecto con esos atributos capilares, pero me da la sensación de que este bicho me está robando, se está apoderando de parte de mi identidad sin mi permiso. Es verdad que aunque solo lo vea ante el espejo, mi imagen ha envejecido varios años en un trimestre.

    Pero bueno, no hay que dramatizar, gorrita en la cabeza y solucionado.

jueves, 14 de septiembre de 2023

De lo desconocido solo hemos de rechazar el miedo a conocerlo

    Dentro de unos días Feijóo sale a jugar la final de la Champions. Perdedor irremediable no ha tardado en sacar a sus reliquias sacras en procesión para calentar el ambiente y desde hoy mismo convoca ya a sus hooligans incondicionales para que traten de que su rival tampoco gane el partido de la investidura. El fracaso previsible –y reconocido por el candidato– así como la posible aunque complicada reelección de Sánchez, han encolerizado al ala más extrema del PP, avanzando con sus abanderados más potentes, Ayuso y Aznar, hasta la vanguardia de la contienda. El candidato frustrado insiste en su estrategia de deslegitimar a las instituciones del Estado y arremete preventivamente contra el Tribunal Constitucional, además de convocar actos en la calle para eclipsar su derrota anunciada. 
    Previamente lo ha intentado todo. Después de haberse pasado cuatro años llamándole asesino, separatista, filoetarra y socialcomunista con el que había que acabar por el bien del país, ha tratado de camelar a Sánchez para que le aplauda en su paso hacia la presidencia. También ha intentado a la chita callando comprar desde la teletienda y sin ningún convencimiento los votos del golpista fugado Puigdemont. 
    Desgraciadamente éstas son las nuevas armas dialécticas. La razón ya no es lo importante en nuestra toma de decisiones. Hoy los influencers mediáticos buscan éxitos en otros nichos, alejados del debate y del análisis de los argumentos adversarios, Dos de las habilidades estrella que se utilizan son las prisas y el miedo. 
    El prófugo catalanista exige una amnistía por adelantado para empezar a negociar la investidura de Sánchez, sin haberse siquiera frustrado todavía la de Feijóo. La gente salta contra el sanchista Sánchez que quiere vender España a cambio de residir unos años más en la Moncloa. Temen que sea el principio del fin de la España que hizo una, grande y libre el dictador ferrolano. Incluso dentro del mismísimo PSOE lo consideran un precio demasiado alto, sin conocerse ni los términos de la hipotética amnistía que exige el quijote separatista de Waterlóo. 
    Por un lado se habla de una amnistía más que dudosamente asumible dentro de la Constitución, por otro de la necesidad de avanzar en el complicado ajuste del espinoso problema catalanista. Delicado dilema. Difícil de digerir, No es extraño. Por inercia, a la hora de elegir siempre tendemos a aceptar mejor y con mayor facilidad aquello que conocemos y a menospreciar lo que se nos presenta como ajeno. El rechazo a lo nuevo sin un análisis crítico, ese “mejor malo conocido que bueno por conocer”, pone trabas al conocimiento, abre caminos a la decisión irracional. De lo desconocido solo hemos de rechazar el miedo a conocerlo. 
    La necesidad de una encaje estable de Catalunya en el Estado es algo imprescindible, algo que no se puede poner en cuestión. Pero los hechos han demostrado que no parece ser el artículo 155 la forma más adecuada para lograrlo. Sin embargo y pese a quien pese, este sanchismo anticonstitucionalista  con el que hay que acabar, ha logrado con armas menos policíacas  que el Partido Socialista de Cataluña haya sido el partido más votado en las últimas elecciones. Sin tanques.
    Es cierto que el siempre imprevisible y correoso Sánchez ha asegurado –aunque no se sabe cómo– que hay posibilidades de llegar a ese acuerdo que permitiría la formación de un gobierno progresista, pero no es menos cierto que todo el gobierno en funciones asegura que cualquier propuesta tiene que ampararse al abrigo del paraguas constitucional.
    No hay que tener miedo ni prisas. Esperar es de sabios. El resultado lo sabremos cuando el Congreso pite el final del partido.

jueves, 31 de agosto de 2023

La felicidad y el cáncer

    La felicidad concebida como meta no es solo un error, sino que, además, es algo totalmente utópico. Esa felicidad permanente es mentira. No existe. La vida es una sucesión de circunstancias varias que se mueven en un caos absoluto, con todo el vértigo que eso conlleva. Y tiene que ser así. 
    No sé quién, pero algún famoso pensador dijo que los únicos momentos felices que vivimos son aquellos en los que somos conscientes de nuestra despreocupación por el pasado y por el futuro. Estoy totalmente de acuerdo. La irrupción del cáncer en nuestra vida suele ser motivo de infelicidad porque habitualmente nos incorpora una continua preocupación por el futuro y una angustia nos invade al imaginar que el mañana se nos atraganta. Es necesario tratar de controlar cómo reaccionamos a los infortunios. 
    Cada instante de nuestra vida se encuentra amenazado por una espada de Damocles, por tanto, estar obsesionado por si caerá o no, nos produce una infelicidad suprema. Todos traemos una fecha de caducidad incorporada de fábrica, pero el minutero de la vida seguirá dando vueltas mientras tenga cuerda. Es verdad que todo termina por consumirse, pero mientras no lo haga podemos seguir apreciando todo lo importante, todo lo que tiene valor y que no se puede comprar ni vender. Consigamos que nuestra vida sea lo único que deba importarnos. 

miércoles, 16 de agosto de 2023

Cuando 73 años y un cáncer te acompañan

    Cuando uno tiene 73 años y cáncer se asoma al vacío y observa con atención el regalo de la vida. Sí, siempre lo es, pero atontados bajo el paraguas de la rutina solo nos damos cuenta cuando estamos metidos de lleno en la boca del lobo. 
    Es cierto que cuando tienes cáncer aprendes a caminar con soltura y sin prisas por el borde del abismo. Si además tienes 73 años percibes que cada segundo es un mundo nuevo al que te asomas, una eternidad a disfrutar en plenitud sin perder el equilibrio. 
    Cuando uno tiene 73 años y cáncer teme la visita de la parca. Aunque el horizonte siga siendo el mismo ya nada se ve igual. Cualquier paso desacompasado suena a estridencia, a chirriante música tóxica: una diarrea, un catarro o una jaqueca pueden interpretarse como una llamada traicionera al precipicio.
    Al mismo tiempo el cáncer es un gran educador que nos enseña el inmenso valor de cada amanecer o que el tiempo es un caudal milagroso que se escurre sin remedio. Con este maestro sabio aprendemos pronto a leer los gestos apagados, a disfrutar de los rincones escondidos del calendario y a querer con más sentido a las personas que amamos. 
    No, no es poco lo que descubre tu diario cuando 73 años y un cáncer te acompañan. 

miércoles, 5 de julio de 2023

La ignorancia como arma política

La pancarta lo dice todo. A estas alturas del siglo XXI seguimos igual, la ignorancia y la falta de ética no han dejado de campar a sus anchas y la barbarie de la extrema derecha no ha dejado de amenazar y corromper los valores morales de la convivencia. ¿Cómo es posible que en una época en la que la ciencia y la razón disponen de la máxima capacidad de divulgación sigamos viviendo en un mundo dominado por la falsedad, el aturdimiento, la imposición, el negacionismo o la superstición? ¿Cómo es posible que en la era de la intercomunicación global la sensatez y la cultura se eclipsen mientras las ocurrencias malvadas y los productos comerciales más banales se adueñan de la esfera pública? ¿Cómo es posible que cuando todo el mundo tiene a su alcance la razón científica continuemos asistiendo sin inmutarnos a agresiones, despropósitos y descalificaciones banales? En las políticas educativas impulsadas por la extrema derecha el conocimiento, el raciocinio y la ciencia se ven desbancados por la superstición religiosa, las morales arcaicas y  la mal llamada tradición. Hoy no vale enarbolar banderas alternativas para mejorar la ética o lograr la liberación de la ignorancia. Hoy, como ayer, la herramienta útil para eliminar el arma de destrucción masiva de la estupidez y el fanatismo es la educación. Invertir en educación es la única política seria que conseguiría que la ciencia y la razón subordinasen al fanatismo e imperasen en la sociedad. 

jueves, 15 de junio de 2023

Estoy de cumple

    Hoy cumplo setenta y tres años. No sé si son muchos años pero me encuentro muy bien. Es verdad que las arrugas van invadiendo mi cuerpo y las barbas se me han quedado canas, que he sustituido el vino en las comidas por un revuelto de medicamentos variados, que mi masa muscular se encoge sin permiso cada día, que ni quiero ni me acuerdo ya de presumir de potencia sexual y que, además, tengo cáncer. Quizás son razones más que sobradas para pensar que ya no soy lo que era. Y es verdad. Pero no lo añoro. Me gusta mucho este yo de ahora y lo disfruto. Sé que tengo que decirlo bajito pero, sea por inconsciencia, por inocencia o por falsa ilusión, lo cierto es que tengo la sensación de que me encuentro en el mejor momento de mi vida.

El cáncer, la temperatura y el dios del sol.

    No sé si hay que atribuírselo sin más al paso inexorable de las hojas del calendario por nuestra vida o realmente hay otros argumentos q...