domingo, 31 de diciembre de 2023

Un año especial

    Atrás queda un año que a mí me ha señalado especialmente, un año salpicado de dudas ruidosas y tensiones existenciales, de sinsabores y contrariedades inesperadas, un año agitado pero al que, en el fondo, estoy agradecido. 

    El que me hayan detectado un cáncer en 2023 le dejará marcado para siempre en mi calendario como un año con sabor amargo, pero para mí también ha sido un año amable que, por suerte, me ha permitido redescubrir la mirada cercana de la gente querida, que me ha servido además para volver a sentir con claridad mis aletargados latidos más profundos y un año, en fin, en el que he encontrado nuevos rincones encantadores en los ásperos caminos por los que discurro. Son regalos importantes que compensan la amargura inicial. 

    Yo no quiero esperar que el nuevo año me llene de venturas y prosperidad como se suele desear. A mí me resulta suficiente con que me permita seguir convencido de que incluso sabiendo que la historia se puede acabar en cualquier momento el porvenir es largo. 

Descorchemos con alegría un año nuevo

    Ya no queda nada para rematar el año, el número 23 de este siglo, un año que a mí me ha señalado especialmente pero que ninguno sabremos olvidar, un año de dudas innecesarias, de masacres estúpidas, de represión, de tensiones políticas, de guerras impensables, de agitación continua, de desgracias extraordinarias, de quebrantamiento de los derechos humanos y de insultos groseros desde todas las esquinas; un año con sabor amargo en el que las posibles alegrías se han visto aplastadas por la amargura de las desgracias.

  Termina así de mala manera este año de amenazas globales y de confrontaciones mundiales que nos hacen dudar del futuro, un año abundante en rabia, repleto de indignación, un año de desacuerdos, de cansancio, de hartura, incluso de pánico. Por suerte, en circunstancias tan desastrosas sentimos con fuerza lo más íntimo, los latidos del alma, lo mucho que necesitamos el apretujón entrañable, el calor reconfortante del cariño y la mirada cercana de nuestros amigos.  

    Felices Fiestas a todos los que nunca fallan, a todos aquellos que son capaces de arrimar el hombro cuando alguien necesita apoyarse. Mi único deseo para este nuevo año es que nos recompense del maltrato sufrido en el que termina y nos regale amplificados todos esos abrazos que tanto necesitamos. 

sábado, 23 de diciembre de 2023

Leer más para ser más felices

    Me gusta leer. Nunca he sido un lector voraz pero siempre me ha resultado gratificante la lectura. He tenido la sensación de que leer me hace más rico, más abierto y más feliz. 

    Ahora me entero de que en 1979 el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua, tras derrocar al régimen somocista y comprobar que un 52% de la población no sabía leer ni escribir puso en marcha una Cruzada por la alfabetización como herramienta imprescindible para revertir la vergonzante situación de ignorancia y atraso de la población, que impedía tomase conciencia de la crisis y del momento caótico en el que estaba sumido el país. En el fondo se trataba de introducir en la realidad social de Nicaragua a los miles de campesinos, a cuyos ojos se había mantenido oculta por el somocismo durante cuarenta años. 

    ¡La lectura no como instrumento para la formación personal sino como arma revolucionaria! Leamos más y seamos más felices. ¡¡Viva la lectura!!

viernes, 22 de diciembre de 2023

Papá Rodolpho Nöel

    Estamos en Navidades. Anteayer en la cama fragüé la idea de proponer a mis amigos la realización de una colecta para enviarle algo de dinero a un muchacho beninés, Rodolpho, al que conocí hace años, que lucha por conseguir algo positivo para la gente marginal de su tierra, niños abandonados, gente sin recursos, leprosos, jóvenes en peligro de exclusión, etc. Una tarea encomiable.
    Dicho y hecho. En 48 horas la respuesta de mis amigos fue alucinante y nos permitió reunir una cantidad de dinero que, aunque aquí no sea un dineral, puesta en Benín supone un mundo de posibilidades para esa gente. 
    Yo me siento muy orgulloso, pero no solo por el resultado de esta iniciativa solidaria de Rodolpho, sino por comprobar que estoy rodeado de gente maravillosa, que tengo mucha suerte y que la vida a estas alturas me sigue dando grandes alegrías.

domingo, 17 de diciembre de 2023

Convivir con la enfermedad

    Cuando somos chavales y estamos sanos, la posibilidad de convertirnos en enfermos, el vernos con bastones o en silla de ruedas es algo que no nos parece posible, algo que a nosotros no nos puede ocurrir. En la juventud, ya más conscientes de que en algún momento nos pueda alcanzar una enfermedad que nos limite, nos rebelamos y nos decimos que exprimiremos hasta la última gota de nuestra vitalidad. En la madurez, aunque no hayamos tenido ningún achaque y sin necesidad de que nos haya atacado en el camino algún mal traicionero, comprobamos que la salud no es intocable y que el cuerpo se debilita con el tiempo y el uso. En cualquier momento alguna pieza de la máquina puede fallar. 
    Un día, mientras nos lavamos los dientes, nos damos cuenta de que algo no funciona, hay alguna avería interna, algún mecanismo tiene dificultades para continuar. Estamos enfermos. El joven que llevamos dentro llora por el abandono injusto de la salud eterna mientras esa persona madura que somos se frena ante la llegada del inesperado achaque. 
    El arte de saber convivir con la enfermedad no es sencillo, entre otras cosas porque nadie nos enseña las claves para aprender a hacerlo. El malestar continuo y el quehacer diario no son fáciles de compatibilizar. La merma que suele producirse, física, mental y anímicamente, hace complicada esa coexistencia. Nuestra mente juega entonces un papel fundamental. El cuerpo podrá estar debilitado, pero si el malestar que padecemos no nos afecta a la mente, en nuestras manos está fortalecerla día a día para afrontar con éxito la situación y ganar la batalla.

lunes, 11 de diciembre de 2023

El gran peligro del tiempo festivo

El tiempo festivo era originariamente un tiempo de relajo, un paréntesis de tranquilidad y reflexión en nuestra agitada vida laboral, que nos permitía disfrutar sin prisas del ocio, apreciar la belleza que siempre nos rodea, e incluso aspirar a algo parecido a la felicidad, un recordatorio del sentido de nuestra existencia. Hoy hemos perdido totalmente el rumbo. Creemos que el escape a la miseria de lo cotidiano podemos lograrlo con una sobreabundancia de estímulos en esos periodos, llámense Halloween, Navidades, Semana Santa, Puentes o Vacaciones. Ese tiempo festivo que antes era tiempo de relajo, lo rellenamos ahora con viajes vertiginosos, espectáculos de cualquier tipo, jornadas gastronómicas sin disfrute, museos sin interés, visitas aceleradas a todos los centros comerciales o catas de vinos al azar. Todo un error. Como muestra ahí están esos macrofestivales musicales veraniegos, en los que no importa ni la calidad de la música, ni el repertorio, ni la interpretación. Lo que se busca es el jolgorio compartido, divertirse como sea hasta la extenuación, rellenar esos eventos con todo lo que escasea en los anodinos días no festivos. En el fondo se trata de un simulacro de vida feliz donde priman los instintos más básicos; alimentarnos y beber hasta perder el sentido, consumir como si no hubiera un mañana y tratar así de dotar a nuestra vida de un sentido del que carece. El signo maléfico de estos tiempos de prisa irremediable y de distanciamiento de la reflexión es que nos aleja del significado original del tiempo festivo, nos impide encontrar claves para transformar lo cotidiano en algo más que una mera supervivencia y no nos deja recordar porqué vivimos, para qué respiramos y en qué consiste la existencia.

Ciudades deshumanizadas

Regresamos a Madrid. La vuelta a la gran ciudad después de unos días de disfrute de la naturaleza en Galicia resulta cada vez más triste. La...