El cáncer es un peligro pero también puede suponer una ayuda importante en la búsqueda de una vida sencilla y más auténtica, una vida más autónoma que nos permita esquivar las restricciones sociales y los descontentos propios con nosotros mismos.
A mí la aparición del cáncer me ha permitido comprobar que la felicidad no hay que buscarla en la riqueza, el poder, el protagonismo o la fama, sino en nuestra satisfacción con nuestra forma de sentir. Ahora quiero encontrar un estado interior de tranquilidad, independiente de las circunstancias externas.
No sé porqué pienso que el cáncer me ha hecho minimalista y me va acercando a Diógenes, aquel filósofo hoy tan mal visto, pero que en el fondo lo único que pretendía era vivir de acuerdo con la naturaleza y rechazar los placeres mundanos y las comodidades materiales, argumentando que estas no eran necesarias para una vida plena. Yo no me veo viviendo en un barril pero, como él, cada día siento más la presión de las ataduras sociales de las que me quiero desentender y cada vez me sobran más cosas materiales. Ahora mi aspiración es poseer solamente aquello que me haga feliz, lo demás me estorba, no me deja apreciar bien lo que verdaderamente merece la pena, no me hace falta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario