jueves, 20 de junio de 2024

Carta a mi querido papi


Hace justo un mes que nos dejaste. Desde entonces (20/05/2024 a las 10:30h) y hasta hoy no me he sentido con fuerzas para casi nada; mi día a día es ir retomando la rutina con un vacío que supongo se quedará para siempre. Aunque intento estar en paz con la situación, con que tenía que ser así, me cuesta muchísimo papi. Esto de no tenerte se me está haciendo muy cuesta arriba. Creo que a nivel emocional ha sido, con diferencia, lo peor que me ha pasado en la vida.

En tus escritos afirmabas que no tenías ninguna intención de vencer al bicho, o ganar la batalla, o esas frases que te decía la gente. Ahora lo entiendo todo; solo querías una convivencia pacífica con él, sin molestaros. Querías que te dejara vivir tranquilo. Pero esa sabandija, igual que otras que rondaron por tu vida, fue cruel y despiadada. De cualquier manera, entiendo tu postura porque tú ya les habías ganado desde siempre. Tus ganas ganaron, papá. Eres tan bueno que tus ganas siempre han ganado. Lo cierto es que me encanta recordarte; aunque me provoque todavía dolor y tristeza, pese a que llore y sufra, quiero tenerte en mi memoria. Es una forma de sentir que sigues conmigo y quiero que siempre sea así. Mi mayor temor es que con tu ausencia física se vaya borrando también tu recuerdo. No quiero que eso ocurra, no lo voy a permitir. Es por eso que mi forma de afrontar el duelo puede resultar un poco peculiar, quizás demasiado intensa: poniéndome tu ropa, coleccionando tus objetos simbólicos, hablando y besando tus fotos... Incluso había pensado en guardar en un bote parte de tus cenizas para tenerlas siempre. Las actitudes que, antes de perder a una de las personas que más quieres en el mundo, pueden sonar algo macabras, se ven diferentes cuando las vives en primera persona y te agarras hasta a un clavo ardiendo con tal de calmar el dolor del alma. Todo esto, papi, es porque no quiero dejar de recordarte. Dicen que solo muere quien se olvida, así que tú siempre estarás conmigo porque nunca te voy a olvidar.

Esta parte de mi duelo es la más emotiva. Hay otra parte, papá, que lo que contiene es ira y rencor. Sobre todo hacia cierta gente por la que diste todo y no te agradecieron nada. Creo que no hace falta mencionar de quien se trata. Lo peor es no poder dejar de sentir rabia e impotencia. Te hicieron hasta una misa/teatro. Montaron un "show" para auto consolarse entre ellos. 

Por mucho circo que monten, siempre vivirán con la culpa del daño que te produjeron. Ni que decir tiene, que a nosotros tres no nos han dado ni un pésame ni medio y no conformes con semejante falta de respeto, pusieron además una esquela en el periódico de Lugo nombrando a tus hermanos, sobrinos, etc. Sin nombrarnos a nosotros,  tu mujer y tus hijos. Con esto me reafirmo en mi teoría de que los lazos de sangre son una sandez. Por suerte no eres como ellos. Tú eres un corazón puro y lleno de bondad. Menos mal que al final te diste cuenta de que no se portaron bien y de que no te merecían; y lo sé, porque dicen que un enfermo cuando está terminal, espera a sus seres queridos para despedirse. Tú nos esperaste a nosotros, a Lola, a Adri y a mí y te fuiste sereno y en paz, con nosotros a tu lado. A los otros no los esperaste. Gracias papá. Esa despedida íntima, en exclusiva, es el mejor regalo que me has podido hacer. Te quiero. Delia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

En busca del alma perdida

Siempre pensé que ni podría ni sabría vivir sin ti. Estaba equivocada, quizás todo el mundo se equivoca cuando piensa que no puede vivir sin...