jueves, 18 de marzo de 2021

Tiempo deshumanizado

Durante cientos de miles de años el ser humano ha ido aprendiendo a acoplar sus tiempos a los ciclos de la naturaleza, pero rodeados de asfalto y hormigón en las urbes actuales, se eclipsan las razones para entretenerse con el cántico de los pájaros y tampoco tiene sentido intentar pararse a observar la respuesta de la naturaleza ante la llegada de la primavera. El tiempo pausado de antaño ha pasado a mejor vida, ha ido acelerándose cada vez más hasta llegar al vértigo deshumanizado que vivimos en la actualidad. A nuestro alrededor los barrios van perdiendo velozmente su esencia atrofiados en las ciudades dormitorio, se ensanchan apresuradamente las vías móviles de comunicación, van desapareciendo día a día los espacios comunes para el esparcimiento y el contacto humano pasa sin remedio a ser anecdótico. Al hombre del siglo XXI lo que se le impone es que llegue lo antes posible de un punto a otro, lo demás sobra, lo que hay en el medio es inútil, hay que anularlo. El ritmo frenético nos aleja de lo real y el mundo que nos rodea lo vemos filtrado a través de las pantallas. Cada vez tenemos menos tiempo para dar valor a lo que no tiene precio en nuestras vidas. El apego, el arte, la amistad, el amor, la conversación, las alegrías, los duelos, la familia, la belleza, el buen tiempo, la charla, la puesta de sol, todo lo intenso que se cruza en nuestras vidas, todo lo que deja huella, lo que merece la pena, lo que nos proporciona sentido tenemos que tragarlo deprisa, sin paladearlo. La urgencia se ha impuesto al reposo que requiere la asimilación de sensaciones o la adquisición de conocimientos. Sin tiempo para pensar no podemos ni distinguir lo verdadero de lo falso. Nos invaden las fake news porque no somos capaces de discernir, hemos suprimido el tiempo de reflexión, nos hemos aniquilado la capacidad crítica. Lo importante es no perder tiempo, tener inmediatamente el producto que nos interesa, que nos digan a quién tenemos que votar y que el mensajero nos traiga a casa la pareja que elegimos. Hemos deshumanizado nuestro tiempo.

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