Algunos demócratas biempensantes entienden que con los resultados electorales no se consigue que España avance en la dirección correcta y buscan por medio de otras fórmulas alcanzar sus objetivos. Ahora han sacado al muñeco antiabortista de Mañueco, antes fue López Miras con el teléfono intrafamiliar para eliminar la violencia machista, o Ayuso financiando programas antiabortistas en su lucha por salvar vidas.
Está bien, es verdad, son leyes aprobadas por el Parlamento y en principio las leyes en democracia hay que respetarlas, pero en este caso emanan de un gobierno ilegítimo coaligado con separatistas, bolivarianos y proetarras que las invalidan. Todo el mundo sabe que lo sensato es estar en contra del divorcio, del matrimonio homosexual, del feminismo y del aborto, pero –no hay duda– las urnas esta vez se equivocaron. Como pasó con Trump y con Bolsonaro. No hay más remedio que preparar un asalto al Congreso para reconducir la situación y llevar de nuevo al país por el buen camino, la senda clasista, homófoba y machista que el franquismo nos había marcado. Tanto los norteamericanos como los brasileños ya lo han hecho. Ellos son ejemplares, no vamos a ser menos.