Por los caminos que hay que recorrer en nuestro empeño por subsistir adecuadamente, tenemos que encontrarnos de frente con las razones que nos pueden ayudar a comprender cómo estar contentos con nosotros mismos.
Es cuestión de charlar con ellas, de escucharlas e incluir en la conversación un diálogo encaminado a lograr la eliminación de los traumas que nos impiden avanzar para desarrollar todo nuestro potencial.
Hay que identificar esas trabas dañinas y echarlas fuera de nuestro camino. Se pueden presentar en forma de miedos, envidias, rivalidades, religión o egoísmo, pero da igual, si son dificultades añadidas para encontrar la tranquilidad que nos ayude en nuestra búsqueda de la felicidad, tenemos que desterrarlas de nuestras vidas vengan de donde vengan y se llamen como se llamen.
El gran objetivo es madurar, liberarnos de las cadenas que sin razones intentan agarrotarnos, para así, sin ataduras, poder experimentar a pleno pulmón la vida y encontrar más fácilmente el valor que nos hace falta para ser felices.
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