Ahora, una vez que la velocidad del mundo externo disminuye, una vez que vuelve la luz a iluminarme, descubro que la insolente hemorragia que me embistió por detrás llegó a producirme un shock hipovolémico que ha estado a punto de conseguir arrastrarme al abismo. Un detalle espeluznante que roza la tragedia pero que no altera para nada el equilibrio. Impresiona, pero no descompone. Por suerte, golpe a golpe he ido aprendiendo a pensar. Verso a verso la vida me ha ido enseñando. Aprender a pensar no significa otra cosa que ejercer un cierto control sobre qué piensas. Esta asignatura fundamental te enseña a ser consciente, a estar en alerta permanente para no despistarte con lo que pasa y así prestar suficiente atención a por qué pasa lo que pasa. A partir de ahí puedes escoger de qué manera construyes el sentido que pretendes para tu vida según las experiencias que vives. En el fondo lo único importante en la vida es saber mirarla de frente para comprender nuestra realidad, escucharla en silencio sin que nos nuble el entendimiento la velocidad a la que se mueve el entorno.
Un rincón amigo en el que ir soltando pensamientos variados, desvaríos circunstanciales y otras tonterías mil, al objeto de ahorrame la pasta gansa que, de no ser por este refugio, tendría que pagarle al psiquiatra
martes, 28 de diciembre de 2021
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