El presidente de Andalucía, Juanma Moreno, ha decidido seguir la senda que tan buenos resultados le ha dado a su colega madrileña, Isabel Díaz Ayuso, y proclama a los cuatro vientos su intención de hacer sustanciales rebajas impositivas a los ciudadanos. Más libertad y menos impuestos. Esa es la clave para ayudar a la gente que peor lo pasa. Una medida que ya se han apurado a copiar otros presidentes populares, presumiendo que puede tener un interesante rédito en las urnas. Y quizás lo tenga a la vista del terrorífico calendario electoral que tenemos por delante en el próximo año.
Ciertamente la medida es popular. Es fácil arrancar el aplauso de todos los que piensan que así tienen posibilidad de que a final de mes les quede algo en el bolsillo. Pero además de popular es populista y engañosa. No hay que ser muy ilustrado para concluir que si el Estado recauda menos tiene que reducir las inversiones. Y a partir de ahí los inocentes números dan paso a las ideologías. Moreno y Ayuso saben que adelgazando la recaudación tendrán que financiar las necesidades sociales con capital privado. Pero no hay problema: que las carreteras, los colegios y los hospitales los construyan las empresas. Eso sí, los presidentes populares no lo aclaran pero lo más probable es que no sean gratuitas. Y se puede presumir que sean los más desfavorecidos los que tengan dificultades o no puedan acceder a esos servicios. Para ellos va a ser difícil llegar con más dinero a fin de mes. A lo mejor Moreno y Ayuso están vendiendo como ayuda a los menos pudientes lo que en realidad viene a ser un regalo fiscal para los más ricos.
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