Mi compañero de fatigas me ha dejado tirada. Me lo advirtió el especialista: No tiene remedio. Aproveche hasta el último aliento, pero no busque soluciones porque no las hay.
Dos días después del desahucio, palmó. El suceso tuvo lugar en la calle de Menéndez Pelayo de La Coruña, justo frente a la casa donde nací y viví hasta los 24 años. Llamé a la Mutua y nos vinieron a buscar. Lo cierto es que viendo la que se avecinaba habíamos ido los dos a un concesionario de mi ciudad para ver si conseguía un Corsa recién parido. Llevaba días buscando un nuevo compañero de fatigas porque sabía que el viejo ya no estaba para más aventuras. El problema es que a juzgar por la respuesta de todos los promotores de renting, que es lo que yo buscaba, ya no estoy en edad de disfrutar de esa modalidad de alquiler automovilístico.
Di más vueltas que una noria. Eva, la comercial del Concesionario de La Grela se lo curró mogollón. Pero las normas son las normas: mayores de 70 que soliciten en solitario un vehículo para financiar o alquilar, lo tienen más que crudo. Había una posibilidad: el aval de un familiar joven. Una de mis ahijadas me dijo que ella no avalaba ni a su marido. La entendí, pero Delia, mi querida Delia, la hija que no parí pero que me trata con el cariño de una hija, me dijo que sí: "Claro que te avalo, Lolita, y lo que haga falta. ¿Qué puede pasar? ¿Que te mueras antes de terminar de pagar? Pues me lo quedo o lo vendo. Non Problem". Un amor. Al igual que Adrián, su hermano. Se va a venir de Madrid a Pontedeume con su Opel Zafira lleno hasta el techo con todos mis trastos, eso y las fotos para ampliar la exposición fotográfica "Enfocando a la mujer silenciada" que estará en el Centro Carmen Jiménez de La Zubia (Granada) en Noviembre. ¿Soy o no soy una privilegiada?
Antes de pringar a Delia con lo de avalarme, contacté con Abanca, el banco donde tengo domiciliadas mis dos pensiones, la de jubilada y la de viuda. Es el único banco donde tengo lo poco o lo mucho que tengo. En principio todo facilidades, pero hoy por la mañana mi asesora comercial me llamó para decirme lo que llevaba días oyendo, que como soy mayor. "Lo siento pero el asunto se va a demorar más de los normal. Te aviso porque sé que tienes prisa". ¿Que querían hacer? ¿Comprobar el riesgo que había de no poder hacer frente a la deuda?". Al final, llamé al Concesionario de La Grela. "Lola, lo vamos a arreglar", me dijo Eva. "De una manera u otra antes de que finalice el día lo solucionamos. De entrada sin aval". Se solucionó sin aval y firmé el contrato de compra. Sucede que en esta vida el que quiere puede, entre otras cosas porque hay fórmulas para paliar el riesgo de que una setentona como yo sufra un revés y no pueda pagar. Los reveses son muy demócratas, atacan a todas las edades; sí, claro, a "uns mais que a outros". En lo único que no funciona la democracia es en la puta discriminación que hacen con los mayores de 65 años porque según no sé qué falsos criterios estamos condenados a vivir el resto de nuestros días con la rémora del "edadismo". ¡Que les den!
El Concesionario de La Grela en A Coruña hizo algo muy elemental, contrató una prima que asumiría el coste del coche en el hipotético caso de que no pudiera hacerlo yo. La prima la paga una servidora, of course : 15 euros que se suman a la cuota mensual de la financiación. Asunto liquidado. El jueves estreno coche. Me siento feliz, he encontrado una profesional estupenda, voy a estrenar un precioso Opel Corsa y, sobre todo, he heredado de mi Josito dos hijos maravillosos: Delia y Adrián. Os quiero.