Hoy no hay que entretenerse, no hay que perder el tiempo en hacer las cosas bien. Ni hay que pararse a disfrutar del silencio en medio del silencio, ni tampoco conviene distraerse con el ritmo pausado del corazón. No debemos empeñarnos ahora en escuchar cómo pasa el tiempo porque hemos dejado de ser dueños de nuestras vidas. Lo suyo sería correr cuando las circunstancias lo requieran y poder simultáneamente disfrutar con intensidad y sin agobios del presente cuando queramos hacerlo. Pero no. Nos han robado el ritmo sosegado que un día tenían nuestras actividades. Ahora, fuerzas poderosas nos obligan a mirar continuamente el reloj, a tener más obligaciones apuntadas en la agenda, nos abarrotamos la vida con nuevos objetivos, con sueños lejanos que tenemos la obligación de alcanzar. Ahora no nos podemos parar ni un segundo porque otro interés inmediato nos requiere a cada instante. Siempre aplazamos el disfrute del sosiego, la calma y el análisis para mañana, hoy no podemos aflojar. En el fondo lo que hacemos es pedir un tiempo muerto para nuestra felicidad. Hemos sucumbido a la tiranía de las prisas; o nos apuramos o no llegamos. Y así no vamos a ningún lado, pero lo hacemos corriendo.
Un rincón amigo en el que ir soltando pensamientos variados, desvaríos circunstanciales y otras tonterías mil, al objeto de ahorrame la pasta gansa que, de no ser por este refugio, tendría que pagarle al psiquiatra
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José Luis, es la primera vez que veo tu blog. Como pides de manera expresa que opinemos, pues opino. Y pienso que mimas tu blog, que trasluce tu cordialidad. La misma que queda reflejada en tus fotografías. Por tanto, muchas gracias.
ResponderEliminarNo sé por qué aparezco como unknown. Pensaba que quedaría reflejado, toda vez que en el recuadro figura "Comentar como: [y sigue mi dirección de correo electrónico]". Pues soy el Juan que iba también atrás en el autobús en el que recorrimos El Cairo con Jesús, en el 2008 si no recuerdo mal. Un abrazo
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