Encerrados esperando la vacuna, doblegando curvas, mareando datos de muertos y contagiados, cantando aplausos y criticando mascarillas, emocionándonos con los desconfinados de los hospitales y todo el día contando días. Es importante. Sin duda lo es. Pero lo realmente importante es saberse bien la lección aprendida, ser conscientes de lo que no tenemos que olvidar. Esta guerra no trata únicamente de vencer al coronavirus, ni tan siquiera de superar la pandemia económica que se avecina, que para los más vulnerables será terrible. La verdadera victoria consiste en desescalarnos para siempre de las prisas innecesarias para ir a ninguna parte, en establecer medidas excepcionales para dejar de consumir banalidades como posesos, en hacer tests diagnósticos para la detección y el aislamiento de los corruptos, en apreciar que lo público es lo nuestro y que la unión hace la vida, en prescribir recetas obligatorias para disfrutar como locos de la libertad, en seguir respirando el día a día, en paladear el sol y los abrazos, en pagar justamente lo que debemos a barrenderos, cajeras o agricultores, en prorrogar el distanciamiento frente a futbolistas y tertulianos para acercarnos un poco más a científicos y enfermeras, en quitarle los respiradores a los que recortan la sanidad para pasárselos a los pacientes críticos que no llegan a final de mes, en anteponer ante todo el interés colectivo y generar anticuerpos contra la acumulación indiscriminada de capital, en mantener el estado de alarma permanente frente a la devastación del planeta y en que los facultativos de guardia impulsen órdenes ministeriales contra la plastificación de los mares. Aunque no sea fácil, ese es el camino. Así sí ganaremos al virus. En el fondo, la verdadera victoria la conseguiremos si no caemos "nunca mais" en los errores de nuestro viejo modo de vida.
Un rincón amigo en el que ir soltando pensamientos variados, desvaríos circunstanciales y otras tonterías mil, al objeto de ahorrame la pasta gansa que, de no ser por este refugio, tendría que pagarle al psiquiatra
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