La salida siempre es más turbulenta que la entrada ("antes de entrar dejen salir"), por eso se da preferencia a los que salen. Por eso tenemos que ir preparándonos, porque en breve van a abrir la puerta de toriles. Ya nos han dicho que se pone en marcha un plan para el desconfinamiento, una estrategia para el gran momento de la verdad. Vamos a ver cómo se maneja de cerca la famosa y ansiada desescalada. Con muchas dudas, con muchas críticas, titubeante, pero ya se empieza a mover. Al fin el fin. En fases diferentes, a distintas velocidades, verificando controles de cumplimiento, asimétricamente, salvando distancias y no pocas amenazas nos van a permitir abrir poco a poco la reja, conseguiremos colarnos entre los barrotes invisibles que han tenido aprisionados nuestros cuerpos en cárceles caseras. Pronto podremos entresacar la cabeza de esa nube oscura en la que hemos estado envueltos tanto tiempo. Cautelosamente vamos a empezar a caminar hacia la realidad nebulosa que nos espera, esa tierra imprecisa a la que dicen nueva normalidad, una realidad desconocida, ambigua e inhóspita que iremos inventando conforme la vayamos pisando.
Atrás queda la noche suspendida, un manto de amarguras estrelladas, un encierro de rabia interminable, eterno. Atrás quedan las sombras inquietantes, un mundo de distancias despiadadas y el miedo. Amanece la tierra prometida.
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