sábado, 30 de julio de 2022

¿Verosímil o increíble?

    Confieso que la realidad actual me desconcierta. Leo la prensa o veo la tele estos días y hay noticias que no digiero juntas por contradictorias: de un lado todos los nefastos augurios que se pronuncian en relación al desastre económico que se nos viene encima como consecuencia de los daños producidos por la pandemia, la guerra de Ucrania, la inflación y la crisis de la energía, y por otro las relacionadas con la  sensación general de euforia que se transmite con el crecimiento del PIB, los hoteles saturados y el incremento robusto del consumo. Un choque de tendencias difícil de digerir para el común de los mortales.

    Creo que el sistema educativo, que tantas reformas innecesarias soporta, está obligado a incorporar en los colegios una materia enfocada a afrontar las contradicciones. Desde la más tierna infancia deberían de educarnos para no ser tan crédulos como para aceptar por bueno todo lo que se pone ante nosotros, ni tan escépticos como para pensar que todo lo que nos dicen es mentira. Necesitamos con urgencia una asignatura que nos ayude a enjuiciar adecuadamente los nuevos conocimientos que adquirimos, algo que nos permita, sin estar magistralmente dotados a nivel intelectual, distinguir entre lo verosímil y lo increíble. Cada vez nos hace más falta.

viernes, 29 de julio de 2022

El encanto de lo inútil

Vivimos en la era de lo útil, lo positivo es lo único que vale. Hay que aprovechar el tiempo, ocuparlo, llenar la agenda con citas, reuniones y visitas de todo tipo, pero no nos preguntamos en ningún momento el sentido de tanta actividad. Simplemente entendemos que estamos obligados a hacer cosas, sean cuales sean. 
Vivimos deslumbrados por la ilusión de creer que tenemos muchas cosas que nos mantienen en marcha. No importan los costes, no importa el precio que tenga que pagar tu dignidad o que tengas que alterar tus convicciones, ni el daño a terceros que se produzca, lo único que importa es que tenga un sentido tu vida, que sigas adelante sin preguntarte por qué. La realidad es que no vamos a ningún lado, no hay un destino, no tenemos misiones que cumplir, no hay actividades que estemos obligados a hacer. 
Lo curioso es que los momentos que recordamos son los más inútiles. Aquella puesta de sol en invierno, la sonrisa que nos cautivó de quién no conocíamos, el abrazo inesperado, la comida con la que tanto disfrutamos, el amor no correspondido o el beso de aquella niña perdida en el parque. Lo que deja huella imborrable en el alma no es lo útil, es justamente lo menos rentable, lo intrascendente, aquello a lo que no le habíamos prestado atención, lo que surge, lo poco positivo, lo banal. Al final, si buscamos lo que nos hace felices lo vamos a encontrar entre los momentos inútiles de nuestra vida.

domingo, 10 de julio de 2022

La burundanga del móvil

    Ayer me he dado cuenta. Al fin he encontrado la causa de mi malestar reciente, la razón por la que no estoy de acuerdo conmigo mismo, el porqué de mi cabreo permanente: En el móvil tengo un virus-camello, un desaprensivo virtual que no hace más que acuciarme, empujarme, incomodarme a todas horas para que compre mierda. Que contestes ya al WhatsApp, que hoy no has andado lo suficiente, que te ha llamado tu cuñado, que no has entrado hace tres días en Facebook, que este jueves están de rebajas en el centro comercial, que tu ex ha colgado otra foto en Instagram…. No me deja respirar, no tengo tiempo para nada, me está creando una dependencia total. Estoy permanentemente cabreado porque de un tiempo a esta parte percibo que ya no tengo ocasión de estar solo ni me encuentro a gusto conmigo mismo o con otras personas que merecen mi atención, por culpa de estas dependencias virtuales. 
    Estoy intoxicado. Ya no tengo ninguna duda de que los móviles vienen con troyanos camuflados que nos roban parte de nuestras esencias. Sin darnos cuenta se apoderan poco a poco de nuestra vida. Al final nos anulan la voluntad y no sabemos negarnos al encanto nocivo de las nuevas aplicaciones que nos ofrecen. Los móviles limitan radicalmente esa maravillosa oportunidad de desperdiciar nuestro tiempo cuándo y cómo lo creamos oportuno, sin angustiarnos ni sentirnos culpables. Debería de enseñarse en los colegios el riesgo que se corre aceptando la droga que nos ofrecen los móviles en pastillas apps. Todas llevan burundanga camuflada que reduce la voluntad de las personas que están bajo sus efectos.

Ciudades deshumanizadas

Regresamos a Madrid. La vuelta a la gran ciudad después de unos días de disfrute de la naturaleza en Galicia resulta cada vez más triste. La...