Releo "La fragilidad del mundo" y me vuelvo a tropezar con un párrafo que iba buscando, porque ya en la primera lectura me dio la sensación de que me reafirmaba.
“No estamos educados cuando hemos adquirido determinadas competencias sino cuando nuestra relación con el mundo, con los otros y con las cosas resuena, cuando es relevante, cuando resulta estremecedora, cuando vibra, cuando somos capaces de emocionarnos con lo que leemos, con lo que miramos, con lo que hacemos”.
Me gustan, me identifico totalmente con ellas y me apropio de estas palabras del filósofo catalán Joan-Carles Mèlich. Siempre he pensado que la educación debería asociarse a la capacidad de inventar, de discurrir, a la necesidad de afrontar lo nuevo, de reaccionar ante lo que nos encontramos por sorpresa a la vuelta de la esquina.
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