viernes, 31 de mayo de 2024

Sucedáneos no, por favor

 Hola guapo, lo cierto es que en esta foto estás muy guapo, muy tú; ya el "colangi" empezaba a dejar sus huella en tu rostro, pero sin restarte atractivo. Que pena no poder volver a acariciar ese rostro tan querido... ni calentarte los pies por la noche en la cama. Ummmm! Estoy muy rara, no me reconozco, apenas te lloro. Me has dejado tanta tarea que no hay tiempo para añoranzas. Entre eso y que un día que estaba fatal se me ocurrió llamar a  Eva, la psiquiatra, ya sabía yo lo que iba a pasar, pero no era cosa de ir llorando por la calle. Así es que me dejé dopar. Algo ligero por otra parte, pero a Delia no le hace ninguna gracia. "A ver si te acostumbras y te pasas de la raya". Yo ya le digo que no hay de qué preocuparse, hasta en eso soy bastante comedida. 

 La que está hecha polvo es Rahma, no hace más que llorar. Lo de las cenizas no le hace ninguna gracia, no lo acaba de atender. Le he dicho que voy a plantar un árbol con ellas, en Pontedeume. Fue idea de tu hijo, una idea genial. Pero bueno, a lo que iba, que no me he puesto a escribirte para lanzarte piropos; lo cierto es que me has dejado un marrón, muy marrón. Y todo por no haberte querido casar conmigo. ¿Para qué? preguntabas tú, como si te estuviera proponiendo comprar un par de pantalones iguales a los que tienes en el armario, que no sé que voy a hacer con tanto pantalón, les voy a dar pasaporte en cuanto solucione lo de mi viudedad. "No te preocupes, Lolita -me decías cuando yo erre que erre pedía tu mano- ahora los cónyuges tienen iguales derechos estén casados o sean parejas de hecho". ¡Y una mieeeerdaaaaa!

Resulta que las parejas de hecho, las "marginadas" parejas de hecho, para ser beneficiarias de pensión de viudedad, el susodicho o la susodicha tienen que acreditar al menos cinco años de convivencia ininterrumpida antes del fallecimiento del que se va al otro barrio. El matrimonio civil es otra cosa, of course. Sucedáneos no, por favor. Vaya retorcida imaginación que se gasta la Administración. ¿Por qué será que siempre nos ponen la lupa a los que no tenemos nada que ocultar?.

Te acordarás que desde que comenzó el Covid nos trasladamos a nuestro acogedor pisito de Pontedeume y pasamos allí toda la Pandemia. Estábamos tan a gusto a pesar de tus problemillas de salud que establecimos allí nuestro cuartel general. A los seis meses yo tuve que cambiar el Padrón porque la Seguridad Social no permite un médico de desplazados más de seis meses seguidos. Y me empadroné en la preciosa villa del Eume. Ahora resulta que mi padrón, cual puto acusica, certifica que durante dos años yo residía a 600 kms de mi amado. Mentira cochina. El caso es que tú en ese mismo espacio de tiempo estabas empadronado en nuestra casa de Madrid. Dice la Ley de Parejas de hecho que para ser beneficiario/a de una pensión de viudedad, hay que justificar cinco años de convivencia ininterrumpida en el momento del fallecimiento de uno de los miembros de la pareja. 

Así es que ahora me encuentro en la injusta no, injustísima, inaceptable situación de tener que demostrar que esos últimos cinco años previos a tu fallecimiento he estado pegada a ti como una lapa, amándote, cuidándote, disfrutando de tu compañía, preocupada por tus achaques surgieran aquí o allá.  Pero los papeles son fríos, se limitan a reflejar lo que dice la letra impresa, no les importa que  la realidad sea otra. Han sido estos últimos años muy difíciles. Tu salud te puso, nos puso a prueba muchas veces, aun recuerdo aquel día previo a la Navidad de 2021 que seis días después de hacerte una mucosectomía empezaste a sangrar como un cochino recién degollado. Eran las once de la noche y estábamos a 30 kilómetros del Hospital Quirón Coruña, donde tenías al cirujano que te había hecho el arreglito. ¿Llamo una ambulancia, me lo llevo en coche? Finalmente nos decidimos por esto último. Yo me metí un orfidal debajo de la lengua porque estaba aterrorizada. ¿Y si pierde el conocimiento? ¿Y si...? ¿Y si...? Mientras tanto tú, con esa serenidad que te caracteriza, me decías, Lolita, pon las luces de cruce. "Tú limítate a conducir -me decía mi ángel de la guarda- conduce, no pienses, ni le mires. Pase lo que pase tienes que llegar al hospital". Y llegamos. Por los pelos. Cinco minutos después, ¡Katapun! Te caías desplomado en el WC. Fueron unas Navidades jodidas, entre la vida y la muerte. Yo empadronada en Pontedeume y tú en Madrid, pero los dos juntitos en el hospital, de Uci en Uci y de susto en susto. Hasta que el Doctor Alonso y esa fantástica cuadrilla de sanitarios del Quirón Coruña estabilizaron tus constantes vitales y nos pudimos ir a casa, a la de Pontedeume, si claro, los dos juntitos aunque yo estuviera empadronada allí y el aquí, con Lalo y Marga y creo que también vino Mamen,  pero eso a los del Padrón les da igual. Si estábamos juntos tenemos que demostrarlo porque una cosa es estar casado y otra muy distinta emparejado de hecho; una cosa es el registro de un matrimonio civil y otra muy distinta el de uniones de hecho. Pues visto lo visto, esto último es una carallada, que además de complicarte la vida te quita el derecho a llevar un duelo como Dios manda, tirada en el sofá, llorando a moco tendido, gastando cajas de clinex y recibiendo a los amigos para que intenten llenar el vacío que tu, mi querido viejo loco, me has dejado. Pero no te preocupes, no soy rencorosa y aunque no te hayas querido casar conmigo voy a hacer la vista gorda y seguiré divulgando tu legado por el mundo mundial. 


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