lunes, 30 de marzo de 2020

Pagarles la vida con aplausos

Algún día después habrá que plantearse si con los aplausos recompensamos como se merecen a esta gente que está dando lo mejor de sí para que podamos salir del desastre. Y también habrá que plantearse si no hay que reprocharles a otros el tratamiento que han tenido con los que hoy se juegan la vida por salvarles.
Posiblemente sea mejor no citar nombres porque al momento no le hacen falta culpables, pero quizás no es improcedente recordar que hace unos años, algunos responsables políticos defendían públicamente que "los españoles tenemos el mejor sistema sanitario del mundo" aunque habría que "cambiarlo para que siga siendo muy bueno y siga funcionando muy bien". Justificaban hacer recortes en la sanidad pública con el argumento de que "actúa como un reclamo para algunos extranjeros que vienen a aprovecharse de nuestra generosidad". Esa era una de las razones por las que el sistema de salud estaba "a punto de morir de éxito" ya que "cuesta mucho más de lo que podemos pagar", lo que justificaba la necesidad de su privatización.
Resulta verdaderamente curioso que hoy, los mismos que entendían los recortes en sanidad como algo imprescindible, sean los que se quejan de la falta de medios en los hospitales y reclaman más personal sanitario para combatir la pandemia. Algún día habrá que recordarlo para aprender, para darnos cuenta de que la rentabilidad económica no es lo que más se necesita para favorecer el bienestar de la colectividad. En línea con los que gritaban entonces en la calle, hoy hay que reconocer que una "sanidad pública de todos y para todos" quizás habría ahorrado muchas vidas. Y no es poco.

domingo, 29 de marzo de 2020

Precariedad existencial

No conocemos las últimas intenciones del maldito bicharraco este, pero lo cierto es que de momento nos ha zarandeado seriamente, ha conseguido poner en evidencia la vulnerabilidad de los cimientos en los que se sustentan nuestras sociedades. Sin demasiadas complicaciones ha logrado demostrar que esa solidez de la que alardeamos es pura apariencia, que la estabilidad de nuestro sistema es ilusoria y que el andamiaje que sostiene nuestras vidas es totalmente precario. Nos mantenemos en equilibrio mientras estamos en movimiento, en el momento que nos paramos nos caemos. Estamos encantados con lo bien que vivimos, con nuestro estatus, con nuestra seguridad cotidiana, con la consistencia de nuestras familias, pero una alteración insignificante nos destroza el chiringuito. Algo tan cándido como que los niños se tengan que quedar en casa unos días fuera del período vacacional y sin poder tirar de los abuelos nos descoloca y complica seriamente nuestro transcurrir. No sabemos ni qué hacer con ellos. Llevamos una vida inconsistente, armada en base a unos parámetros muy endebles. Sólo cuando las circunstancias nos obligan a aparcar nuestra actividad laboral nos percatamos de que hay vida más allá de las rutinas, más allá de los centros de trabajo, una vida que no sabemos manejar y de la que se nos ha perdido el manual de instrucciones. Nos vamos dando cuenta ahora de la fragilidad de nuestro sistema social y nos asombrarnos de la precariedad existencial en la que vivimos. En estas circunstancias en las que parece no existir un futuro sólido, los conceptos se tambalean y somos conscientes de que nuestras vidas, en otros momentos aparentemente consolidadas, penden siempre de un hilo muy delicado.

jueves, 26 de marzo de 2020

Me duele la estupidez

Vaya por delante que yo nunca he votado a Pedro Sánchez pero me llegan estas estupideces por las redes y me da mucha pena. No por él, está claro. Me da pena pensar en las mentes de los que se dedican a hacer estas tonterías. Supongo que el que lo hace, el creativo, el artista que invierte su tiempo, sus capacidades, su esfuerzo y su buen hacer en esto, lo hace porque está contento con su reflexión y con la plasmación de su brillante ocurrencia. Se aplaude, se siente orgulloso con el análisis que ha hecho de la situación, piensa que su círculo de amistades y el resto del planeta apreciarán el resultado de su arranque de genialidad. Es triste. Supongo que, a su vez, los que lo reenvían lo hacen porque lo consideran positivo, interesante y digno de divulgarse. Les ha hecho gracia el mensaje de su amigo y buscan contribuir al buen fin del proyecto arrimando el hombro, aportando su granito de arena, poniendo a su vez su ingenio en favor de esa causa noble que es hacer reír a los buenos, a los suyos, ridiculizando a los malos, los otros. Sacan a relucir toda su inteligencia, exprimen toda su capacidad y aprovechan la disposición y el arrebato de lucidez para aportar lo mejor de sí en forma de "cortaypega". Solucionado. A mí me parece muy triste que la potencial genialidad de la gente se invierta en crispar ánimos, en favorecer desencuentros, no me gusta que la creatividad se enfoque al insulto y que las fuerzas se empleen en incordiar. Me duele la estupidez. Penoso.  

martes, 24 de marzo de 2020

Miedo e ideología


Este bicho le va a dar la vuelta al mundo. Con facilidad pasmosa. Como a un calcetín. Cuando salgamos del encierro posiblemente ya no tenga mucho que ver con aquel mundo que conocíamos. Mucha gente se está enterando ahora de que hace tiempo el patio de su casa ha dejado de ser particular y que lo de la aldea global era algo más que un dicho. Todos dependemos ahora de todos y este planeta ya no es un conjunto de terrenos independientes en los que cada cual es dueño y señor para hacer lo que le venga en gana. Este planeta es cada vez más la casa de todos y como tal hay que empezar a tratarlo. Requiere del cuidado colectivo. Lo que no ha conseguido la poderosa Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático para disminuir las emisión de gases de efecto invernadero, lo está consiguiendo un bicho minúsculo, ridículo, insignificante. La pandemia ha revuelto los convencimientos aislacionistas y ha zarandeado las rigideces ideológicas. El atrevido bichejo que nos amenaza se planta con descaro ante el todopoderoso Trump para decirle a la cara que cambie de táctica porque ante él no le va a servir de gran cosa ese muro fronterizo con el que se pretende proteger. Un enano entrometido ha hecho que la Italia en la que hace cuatro días el proteccionista y antiglobalizador Salvini acorralaba insolidariamente en su barco a los emigrantes del Open Arms que escapaban de la guerra y el hambre, ahora solicite el desembarco de médicos comunistas cubanos para que le ayuden a intentar escapar del maldito virus que les quiere matar. Se transforman los discursos, se unifican los criterios. Las palabras del vicepresidente del BCE y exministro popular de Economía, Luis de Guindos, a favor de una renta mínima de emergencia para evitar los efectos de la crisis entre la población más vulnerable, podrían atribuirse al podemita Pablo Iglesias cuando hace unos días pedía en el Congreso la aprobación de un ingreso básico garantizado para todos los hogares. También resulta curioso que por culpa o gracias al Covid-19 oigamos cómo buena parte de los responsables políticos que ayer promovían la aplicación de recortes en la sanidad pública, manifiesten ahora la necesidad de fortalecerla. El coronavirus está cambiando nuestras vidas, transforma los planteamientos, acerca criterios contrapuestos, nos iguala. Quizás el miedo sea más poderoso que la ideología.

domingo, 22 de marzo de 2020

Malvado sí, pero ....

Es un dictador, un autoritario desalmado, un nazi, un tirano. Este virus maldito, este enano odioso que ni siquiera se deja ver, nos ha terminado encarcelando a todos, ha encerrado al mundo entre cuatro paredes, se ha hecho dueño de las gentes, les ordena diariamente lo que pueden hacer con su consentimiento y lo que está prohibido sin él, les marca horarios, les dicta actitudes, les impone pautas. Y que a nadie se le ocurra rechistar. Por eso se le odia, lo odiamos todos, queremos librarnos de su tiranía, queremos acabar con él, estamos deseando que baje la guardia para poderlo asesinar. Pero además de sus características indeseables le acompañan en paralelo otras muchas y algunas no poco interesantes. Por ejemplo, tiene arraigado un concepto sublime de la igualdad y de la democracia: ataca a todos por igual, sin importarle sexo, profesión, nacionalidad, raza, creencias políticas o religión. No discrimina. Además, no podemos negar en su favor que también es un gran pedagogo. Ha conseguido enseñarnos a ser más conscientes, a valorar y agradecer el esfuerzo de todos aquellos que a diario trabajan para nosotros: en el sistema sanitario, en la policía, en las residencias, en las fuerzas armadas, en el campo. El repelente virus también nos ha enseñado a unirnos, a redescubrir nuestra creatividad dormida, a despertar nuestro ingenio, a pensar más en los demás, a saber que somos parte de un conjunto único que tiene vida propia, a entender que la única forma de superar situaciones complicadas es atacándolas juntos, nos está enseñando a reconocernos, a apreciar lo que tenemos y no queremos perder, a emocionarnos, a añorar la libertad, a tener ganas de compartir, a recuperar nuestra olvidada y rica intimidad, a disfrutar de nosotros mismos, nos da a todas horas lecciones de entrega desinteresada, del tesón inimaginable que podemos demostrar, de solidaridad, de altruismo, de enorme respeto hacia los demás, de esfuerzos hasta límites sobrehumanos, de toda una serie de valores maravillosos que nuestra alocada vida anterior nos estaba obligando a ignorar. Hoy ser solidario ya no es una cuestión de corazón, se ha convertido en una cuestión de inteligencia. Este virus es un cabrón pero está consiguiendo sacar a la luz lo mejor de cada uno de nosotros.

martes, 17 de marzo de 2020

Aislamiento heroico

Llevamos tres días de aislamiento, tres días en estado de guerra descarnada contra el virus. Por ahora la gente lo lleva bien o relativamente bien, aunque muchas personas tienen dificultad para adaptarse a esta nueva vida de extraño recogimiento, en la que pocos están entrenados. Se ha trabajado mucho y bien el tema de la concienciación, se han introducido términos bélicos y solidarios para conseguir objetivos, nos han inculcado que se trata de una batalla dura en la que nos jugamos la supervivencia, a la que nos presentamos como voluntarios forzosos para vencer entre todos a un enemigo peligroso. Se ha extendido entre la población el convencimiento de que la gran hazaña que vamos a protagonizar consiste en dejar que pase el tiempo y mientras tanto lavarse frecuentemente las manos, que en esta ocasión el heroísmo consiste en estar tranquilamente en casa y que la estrategia bélica más eficaz que vamos a poner en marcha para lograr la victoria consiste en no acercarse a nadie a menos de un metro. La gente está dispuesta a luchar, hay pocos desertores. Parte del programa incluye que vitoreemos diariamente desde la retaguardia a los que combaten por nosotros en primera línea (personal médico y de enfermería, fuerzas armadas, intendencia). Por ahora todo funciona. Hay que dejar que pase un poco de tiempo y que empiecen a flojear las fuerzas para comprobar con qué animo se afronta el tramo final — presumiblemente complicado— hasta lograr la rendición definitiva del enemigo. 

lunes, 16 de marzo de 2020

Casado, te has pasado

En momentos delicados se valora la sensatez. Cuando ya todos hemos conseguido interiorizar que en circunstancias tan críticas la valentía consiste precisamente en no rechistar, que lo más interesante es ser sumisos, cuando ya la ciudadanía se ha convencido de que el auténtico heroísmo es replegarse, quedarse en casa, ahora que la gente ha entendido por fin que la solidaridad es también la mejor forma de protegerse a uno mismo y que el imprescindible beneficio colectivo que pretendemos conseguir solo se puede alcanzar con la colaboración de todos, arrimando el hombro cada cual en su parcela, el líder del PP se empeña en convencernos de que él es más listo que los demás, que el gobierno lo hace fatal y que somos muy tontos al no haberle votado porque si él fuese presidente ya nos habría librado del coronavirus. No, señor Casado, no es el momento de decir que se han cometido graves negligencias, que se ha ido a remolque de los acontecimientos, que Sánchez es el culpable de que se extienda el coronavirus y de amenazar con que "ya llegará el momento de pedir explicaciones". No, señor Casado, en circunstancias tan complicadas lo mejor es ayudar, tirar del carro con los demás, no es honesto seguir empeñado en sacar algún rédito político incluso aprovechando el miedo de la población. No se puede contribuir a aumentar el pánico diciendo que "dentro de pocos días habrá personas que no tendrán dinero para ir a hacer la compra". No es honesto. No es muy noble acojonar al personal para conseguir su voto. Así se pierde elegancia, credibilidad y el aprecio de la gente. Mal camino para llegar a ser presidente del gobierno. Así, lo que se hacen son muchos méritos para seguir manteniéndose eternamente en la oposición.   

domingo, 15 de marzo de 2020

Gracias, bicho

A pesar de lo mucho que lo odiamos hay algo que ya debemos agradecerle a este incordio impertinente llamado coronavirus. Y es que está sirviendo para recuperar algo que teníamos olvidado, el convencimiento de que en el mundo son muy importantes los demás, cada vez más importantes. Gracias al bicho vamos a dejar de mirar admirativamente nuestro ombligo maravilloso para pensar un poco más en lo mucho que dependemos de los otros. Puede que esto nos sirva para aprender que debemos de cuidar más a nuestros compañeros, a nuestros amigos, a nuestros paisanos, debemos de quererlos sencillamente porque nuestra vida también depende — y mucho — de ellos. El mundo actual es inevitablemente global. El maldito bicharraco éste ha venido a demostrarle al mundo algo que ya suponíamos, que hoy por hoy si hace frío en Nueva York se resfrían los murcianos. La clave para sobrevivir no está en autoprotegerse, no se consigue nada. Lo está diciendo el diminuto insolente: la única alternativa de futuro es la solidaridad. No queda más remedio que pensar en los demás. Ser solidario ya no es una cuestión de corazón, se ha convertido en una cuestión de inteligencia. El único éxito real hoy en día es el éxito colectivo porque uno solo no puede salvarse. Es la gran lección. Gracias, bicho. 

jueves, 5 de marzo de 2020

El exceso mata

Estar informado es necesario. Siempre es bueno para afrontar la toma de decisiones tener conocimiento de las diferentes opciones. Pero sin pasarse. En primer curso de la Facultad de Ciencias de la Información se repite constantemente que "el exceso de información desinforma" y no cabe duda de que es verdad. No hay más que ver la foto. Puede que toda la información que se nos presenta en un instante determinado cuando vamos conduciendo sea necesaria. Pero estamos en un cruce en mitad de una curva conduciendo un vehículo. Hay que tomar una decisión y tanta información nos aturde, nos distrae y puede ser causa de un accidente. Menos es más.

Ciudades deshumanizadas

Regresamos a Madrid. La vuelta a la gran ciudad después de unos días de disfrute de la naturaleza en Galicia resulta cada vez más triste. La...